En la década de endeudamiento setenta el presidente Luis Echeverría implementó el último intento por revitalizar el estado populista. En lo económico las reformas estaban destinadas a sustituir el modelo de estabilización; el estado debía fortalecer su función de intervención para regular las desigualdades económicas y sociales derivadas del desarrollo. La realización de dichas reformas exigía la integración vertical de procesos sustitutivos de importaciones estimulando la producción de bienes de capital e intentando resolver el déficit crónico de la balanza de pagos que era una de la características inherente al modelo. Este modelo se denominó "Desarrollo Compartido" y la pretensión era que mediante un gasto público enorme y creciente se alcanzará una mayor justicia social. Entre 1971 y 1981 la economía mexicana creció a una tasa media anual de 6.7% en términos reales y 3.7% por habitante. El motor del crecimiento fue, primero, el déficit fiscal elevado y después el auge petrolero. El sector agropecuario continuó perdiendo importancia en la producción nacional. La industria creció ligeramente y su participación ganó dos puntos porcentuales. El sector primario perdió a través del secundario. La apertura económica de los estados fronterizos para el comercio y la inversión externa representó una ruptura y el inicio del fin de la adhesión de México a los principios del modelo de sustitución de importaciones. La nueva liberalización significó la extensión al país del programa de las industrias maquiladoras que desde la década de los sesenta había estimulado el desarrollo de la manufactura de enclave para la exportación. A pesar de todo esto, el tipo de cambio se sobrevalúa 50% entre 1970 y 1975. Continuaron las importaciones y las exportaciones seguían aletargadas, incluso con incentivos fiscales. El empeoramiento de la balanza comercial originó que desde 1974 se establecieran controles adicionales a las importaciones, para 1975 todo necesitaba permiso de importación.
La sobrevaluación y las tasas de interés negativas producirían tarde o temprano un ajuste cambiario.
El problema de la política económica, según Leopoldo Solís, que desencadenó la crisis de 1976 fue la incompatibilidad entre el número de objetivos y el número de instrumentos de política planteados desde un inicio. Mientras que en el desarrollo estabilizador se contaba con tres objetivos de política económica ( crecimiento económico, estabilidad de precios y estabilidad en la balanza de pagos -tipo de cambio fijo- ) y tres instrumentos (nivel de gasto público, controles monetarios y endeudamiento externo) durante el desarrollo compartido la presidencia agregó la distribución del ingreso sin contra parte como instrumento. Más allá de observaciones tan puntuales, el problema era estructural.
http://www.oocities.org/mx/gunnm_dream/desarrollo_compartido.html
http://www.eumed.net/libros-gratis/2010a/672/Lectura%20analitica%20cinco%20El%20desarrollo%20compartido%20de%20Luis%20Echeverria.htm